El implante dental propiamente dicho es una estructura cónica o cilíndrica similar a un tornillo, que una vez insertado en el hueso (maxilar o mandibular) sustituye a la raíz del diente. Funcionará igual que nuestros propios dientes permitiendo masticar, hablar o sonreír con absoluta normalidad.
Están hechos generalmente de titanio, que es un material altamente compatible y siempre llevan un tratamiento especial en su superficie. Este tratamiento es lo que diferencia enormemente a unas marcas de otras y hace que se fusionen implante y hueso con mayor seguridad reduciendo así los riesgos de rechazo.
A esta fusión entre hueso e implante la llamamos osteointegración. Por ello y para asegurarnos una correcta osteointegración y el éxito del tratamiento, aún en los casos más complicados de hueso, trabajamos con una de las marcas líderes del mercado. Un ejemplo semejante podría ser poder conducir un coche de muy alta gama.
La fase protésica para colocar el diente (o muela) sobre el implante comienza después de 4 meses de osteointegración. Las prótesis pueden ser de diferentes tipos y materiales según sea el número de implantes, tipo de conexión con el implante, lugar de colocación en boca, etc. En determinados casos por motivos estéticos/sociales le podemos diseñar la prótesis al paciente en el mismo momento y salir de la consulta luciendo una nueva sonrisa. A esto lo llamamos carga inmediata.
Es por todo esto (explicado de una forma sencilla) que a la hora de comparar precios es muy importante saber si nos están hablando de un implante dental (tornillo que sustituye a la raíz), de la marca de ese implante y de si nos hablan del implante o de implante y prótesis. Un truco muy habitual es ofertar precios de implantes llamativos (normalmente de baja calidad) en los que no se incluye la prótesis ni los elementos necesarios para diseñar dicha prótesis.
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